Hace ya unos años (1982), el Dr. León Danco, uno de los más prestigiosos consultores norteamericanos especializados en empresa familiar, definió en su libro Beyond Survival (Más allá de la supervivencia) el siguiente párrafo (sic):
“Si el propietario de una empresa de éxito con capacidad, visión y valor para crear una empresa de la nada, no tiene valor para enfrentarse y prever los problemas del futuro, su banquero y su abogado lo harán por él tras su funeral, cuatro coches por detrás de las flores”. Y eso es lo que debe evitar el Plan de Contingencia.
De vez en cuando, leemos en la prensa, escuchamos en las noticias, sabemos de amigos o competidores de nuestro sector, la pérdida relevante de algún empresario/a de reconocido prestigio o proximidad. Estos hechos ponen de manifiesto la necesidad de prever acontecimientos o eventos extraordinarios que pueden afectar a la gestión del poder dentro de la empresa.
Las empresas, familiares o no, deben ser capaces de prever estás situaciones, anticipándose a los acontecimientos o eventos extraordinarios que pueden dar como resultado un cambio en el liderazgo o, incluso, en el poder de la empresa.
Pero no acaban aquí las consecuencias; no podemos olvidar al entorno de la compañía: empleados, principales directivos, clientes o proveedores estratégicos, entidades financieras, etc.
“Cualquier empresa debería tener un Plan de Contingencia de mayor o menor alcance o complejidad, teniendo en cuenta que detrás de una compañía siempre vamos a encontrar a una o varias personas físicas que son clave en su desarrollo”
Sin embargo, es usual no prever estos acontecimientos o eventos extraordinarios, cogiendo “a contrapié” a todos los estamentos de la familia y de la empresa. Además, en esos momentos, nadie está para pensar en qué hacer, en cómo reaccionar, en cómo transmitir la noticia al entorno, etc.
Estas situaciones nos llevan de forma natural a improvisar, a ir por detrás de la situación y, por lo tanto, a perder capacidad de maniobra ante los acontecimientos que suelen originarse en estos casos como: no tener definido al nuevo líder, quién o quiénes deben gobernar el Consejo de Familia, cómo convocamos el Consejo de Administración, cómo tener acotadas las relaciones con clientes y proveedores claves, etc.
El impacto que la improvisación puede tener en la empresa puede generar daños irreparables en función de los vacíos o guerras de poder que se den tras haberse producido un evento desencadenante.
¿Qué es el Plan de Contingencia?
Un Plan de Contingencia es el resultado de un análisis del sistema de organización de la propiedad, el gobierno y la gestión de la empresa que tiene por finalidad:
– Detectar el nivel de dependencia que la Empresa puede tener de determinadas personas clave en dichos ámbitos, cuya ausencia prolongada o permanente puede generar un vacío de poder relevante.
– Prever y planificar una transición de poder ordenada y ágil en caso de que se produzca dicha ausencia.
Cualquier empresa debería tener un Plan de Contingencia de mayor o menor alcance o complejidad, teniendo en cuenta que detrás de una compañía siempre vamos a encontrar a una o varias personas físicas que son clave en su desarrollo y, nos guste o no, las personas pueden faltar de forma imprevista, ya sea a causa de su fallecimiento o de una grave enfermedad que lleva a la incapacitación de hecho.
En las empresas familiares, dependiendo del grado de profesionalización de las mismas, el Plan de Contingencia incluirá un plan de sucesión en la propiedad así como en el gobierno y la gestión.
¿Qué eventos imprevisibles puede ayudar a planificar el Plan de Contingencia?
Básicamente, el Plan de Contingencia, una vez analizado el nivel de dependencia que tenga la empresa de determinadas personas claves, analizará el impacto que tendrá, por un lado, el fallecimiento repentino y, por otro, la ausencia prolongada o permanente causada, por ejemplo, por una enfermedad o accidente que conlleve una incapacidad de obrar (incluso, en algunas ocasiones, se ha considerado la ausencia por secuestro).
¿Qué impacto puede tener la falta de previsión?
La ausencia permanente de personas claves en la empresa, ya sea por fallecimiento, incapacidad u otro motivo, puede conllevar temporalmente a un bloqueo en los órganos de gobierno y una paralización de la gestión (con las graves consecuencias que esto puede provocar) así como transmitir (erróneamente o no) una imagen de desorganización o desorientación ante el vacío de poder que puede tener un impacto negativo en la confianza generada en los distintos stakeholders (proveedores, clientes, entidades financieras, etc.) así como en el mercado, con los costes de imagen que ello puede conllevar. No pocos contratos con socios colaboradores, clientes, entidades financieras, etc. tienen cláusulas de cambio de control que prevén determinados efectos en caso de que se produzca un cambio de control en la propiedad o el gobierno.
Si ya tenemos Protocolo Familiar ¿aporta algo el Plan de Contingencia?
Por supuesto. El Protocolo Familiar, habitualmente, es el documento que suele recoger la voluntad ordenada de la familia en cuanto a la sucesión de la propiedad en la Empresa y el nivel de involucración de la misma en los órganos de gobierno y gestión. Pero el Protocolo no mide el nivel de impacto de la ausencia de determinados miembros en la empresa, ni establece el manual de procedimientos a seguir para implementar la transición generacional en caso de que se produzca un evento repentino y extraordinario.
Si que es cierto que tener un Protocolo Familiar, o algún documento equivalente o, incluso, el haber elaborado un buen testamento, pueden facilitar mucho la elaboración del Plan de Contingencia.
¿En qué se concreta el Plan de Contingencia?
En función de la estructura y magnitud de la empresa, del nivel de riesgo de la misma en caso de producirse un evento desencadenante y de la estructura que quiera implementarse tras dicho evento, el Plan de Contingencia puede ser más o menos complejo.
Por ello, considero que lo más adecuado es distinguir varias fases para poder adecuarlo a las necesidades de la empresa.
En una primera fase, se valoraría el nivel de dependencia de la empresa de determinados miembros clave y se definirían los “eventos desencadenantes”; es decir, el fallecimiento o ausencia de determinadas personas que impactarían gravemente en la empresa generando un bloqueo o vacío de poder.
En una segunda fase, se trabajaría sobre cada evento, señalando los bloqueos o vacíos que generarían y recogiendo la voluntad de las personas implicadas y diseñando los documentos jurídicos en los que quedaría plasmada dicha voluntad.
En una tercera fase, se elaboraría la hoja de ruta y el manual de procedimientos; es decir, se establecerían de forma calendarizada las diferentes actuaciones a llevar a cabo desde el momento en que se produzca cada evento desencadenante, hasta que quede definitivamente implementada la voluntad del cliente.
¿Y sí no sé cómo resolver los vacíos de poder sí yo no estoy?
Si se trabaja en el marco del Plan de Contingencia elaborada la primera fase, pueden detectarse distintas necesidades como; por ejemplo, abrir un proceso de Protocolo Familiar o de Plan Estratégico Familiar para poder determinar conjuntamente los sucesores en la propiedad y el gobierno y valorar la viabilidad de continuar como empresa familiar; o puede detectarse la necesidad de profesionalizar la empresa, etc. En cualquier caso, es mejor prever que curar.
Manuel Pavón
Consejero de Empresa Familiar
hola@manuelpavon.com
www.manuelpavon.com
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