Turrones y Caramelos de Hellín, conocida por su marca La Elisa, fue la primera empresa en elaborar de manera industrial los caramelos rock, con la instalación en 1985 de la “primera línea de producción de estos productos en España. Hasta entonces, el caramelo se realizaba de forma artesanal, ya que el proceso de corte y la envoltura se hacía de forma manual”, cuenta José Armando Requena, gerente de la empresa.
El caramelo rock se caracteriza por su forma cilíndrica de unos 25 mm de diámetro y 25 mm de longitud, en el que se combinan colores para obtener una imagen o palabras en su interior. Esta posibilidad decorativa le ha popularizado, entre otros usos, como souvenir en determinadas zonas del mundo o como obsequio publicitario.
La idea de crear el caramelo rock surgió porque en otros países, como Estados Unidos y Reino Unido, ya existía y gozaba de gran éxito. En España comenzó a elaborarse en los años 80 de forma artesanal. “Vimos entonces la oportunidad de hacer un producto de manera industrial. Aunque el montaje del caramelo tenía que hacerse artesanalmente, el resto del proceso (cortar y envolver) podía mecanizarse y era una referencia que encajaba muy bien con nuestra filosofía de fabricación”.
Proceso de elaboración
“La producción de este caramelo es muy laboriosa”, explica Requena. Primero, se hace el montaje, es decir, se fabrica un caramelo gigante de unos 50 kilos en forma de puzzle, encajando tiras de diferentes formas y sabores para crear un gran caramelo con el dibujo deseado. Para conseguir los colores y las texturas adecuadas, el caramelo pasa por un proceso de batido que hace que los sabores y los tonos se modifiquen para lograr el resultado final que queremos.
A continuación, se estira en la línea de producción hasta que consiga la forma de cilindro. Una máquina cortadora se encarga de porcionarlo cuando este alcanza la temperatura adecuada. En el mismo movimiento de corte, se envuelve y, posteriormente, pasa a una cadena de frío.
El caramelo rock ha evolucionado muy poco a lo largo del tiempo, ya que tiene que realizarse a mano y con las cocciones adecuadas para obtener un buen resultado. “Una de las pocas evoluciones que ha presentado es la elaboración sin azúcar. Hemos conseguido un producto que, visualmente, no presenta ningún cambio y en el que el sabor es muy parecido al que sí contiene azúcar”, manifiesta el gerente de la compañía.
Un caramelo diferente
Lo que hace diferente al caramelo rock es la imagen que contiene. Se utilizan diferentes dibujos: naranjas, limones, sandías, banderas, flores, caritas, etc. “Es un caramelo muy colorido y con un sabor especial”. La Elisa presenta el caramelo rock en bolsas de 1 kg y de 150 g. Además, han ampliado la gama con sabores como sandía, melón o mora. Además, rock se ha utilizado como caramelo promocional en algunas empresas o eventos. Para fabricarlos, “el logo tiene que ser muy definido y sencillo para obtener una imagen identificable”, concluye Requena.
Un amplio catálogo
Además del famoso caramelo rock, Turrones y Caramelos de Hellín se dedica a la producción de una amplia diversidad de productos como caramelo duro con y sin azúcar, caramelo balsámico, con miel, con regaliz, café con leche o relleno pica, todos ellos bajo la marca La Elisa; asimismo fabrican caramelo megaácido y caramelo con palo.
La compañía también dispone de una gama de turrones que está integrada por referencias de turrón duro y blando, guirlache, yema tostada, fruta, mazapán, chocolate de almendra y trufado, tortas imperiales, peladillas, almendras rellenas y bañadas en chocolate. Bajo la marca La Perla, la firma comercializa turrones y dulces de Navidad en calidad extra. Y completa el catálogo la línea Personal Sweet, que incluye todos los artículos anteriores para el canal publicitario.
Todas las referencias de las marcas La Elisa y La Perla pueden adquirirse a través de su página web www.laelisa.com, puesta en marcha en el año 2014.
La historia de Turrones y Caramelos de Hellín
Turrones y Caramelos de Hellín es una empresa que aúna tradición y modernidad. Su historia comenzó a principios de los años 40 del pasado siglo, de la mano de Soledad Molina y Ángel Requena, como tostadero de frutos secos y productos de confitería casera (magdalenas, rollos de naranja, hojaldres).
Al poco tiempo, la compañía comenzó a producir turrón para las ferias de la zona y, más tarde, caramelos. En 1967 adquirió la marca La Elisa, “caracterizada por la alta calidad de sus productos y por la adaptación de estos a las necesidades del mercado”, explican desde la empresa. Además, ese mismo año se inició la mecanización de los procesos de producción. En 1975, se inauguró una nueva planta de producción, que se ha ido ampliando durante los años posteriores, incorporando nuevas líneas de producción como la del caramelo rock.
Las instalaciones de la firma se ubican en Hellín (Albacete), con una planta de 3.000 m2, en la que producen anualmente más de 325.000 y 20.000 kilogramos de caramelos y turrón, respectivamente, y donde trabajan 18 personas.
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